jueves, 12 de junio de 2008

Duda existencial




River y los vaivenes de su gente

Nota publicada en Clarín el lunes 12 de mayo

Está golpeado River. Anda groggy por el impacto que significó quedarse afuera de la Libertadores. Todavía no sabe dónde está parado. Y se nota. Lo hace notar su gente. Que se pelea entre sí. Que de a ratos insulta, pero de repente cambia y festeja. Que pide poner huevos, pero enseguida intenta aclarar todo con un "Soy de River". Que grita oles. Que silba a sus jugadores. Que insulta a los dirigentes. Que cuelga banderas de repudio, pero que son descolgadas por otros, ¿hinchas? que no quieren al Monumental como escenario de protestas. Algunos llevaron maíz, otros pañales...

Es pura confusión River. Lo fue ayer desde antes de empezar el partido, lo fue durante el juego, y lo siguió siendo después del mismo. Se prepararon los hinchas de River desde el jueves mismo después de la medianoche para dejar clara su postura. Su bronca. Y entonces sobraron banderas en contra del presidente José María Aguilar y los dirigentes, y contra los jugadores. Una resumió sensaciones: "Jugadores, ladrones de ilusiones". Esa estaba ahí, justo arriba de la entrada al vestuario desde el campo de juego. Era de esas caseras. Genuina. En un trapo viejo y sin grandes letras. De aerosol puro. Hecha a mano, con el corazón...

Pero el hincha se bambolea de acuerdo al resultado. Es veleta. Y entonces el 2 a 1 en contra hizo que todo el mundo fuera despedido entre silbidos y ese grito de guerra en el que el nombre del ídolo, Orteeega, se ha transformado hace rato, dominó la escena. Entró Ortega y la gente se ilusionó para el segundo tiempo. Pocos recordaron que el ídolo hizo poco y nada ante Boca justamente 7 días antes. Todos festejaron su presencia. Y entonces su ausencia ante San Lorenzo, entre semana, se hizo más insólita aún. Si estaba para jugar ayer todo el segundo tiempo, ¿no estaba al menos para un ratito el jueves?

Llegó el empate de Buonanotte y se animaron a más. Ortega metió un pase bárbaro y Abelairas marcó el 3 a 2. Y enseguida llegó el cuarto en los pies del jujeño. Tenían razón los hinchas, en eso al menos, había que ilusionarse con la entrada de Ortega... Pero está confundido River. Y entonces desde una parte del estadio, la platea San Martín, la gente empezó con los oles ante el toqueteo inteligente de River. Y enseguida, desde la plateas bajas de la Enrique Omar Sívori, empezaron las recriminaciones: "A San Lorenzo le tenían que ganar, a San Lorenzo le tenían que ganar", gritaron. Desde la San Martín silbaron el cantito. Y desde la Sívori insultaron a la platea.

Pero de repente alguien se iluminó y entendió como unir a las masas: y empezó a insultar a la dirigencia. Y así los jugadores, esos que tenían dos hombres más y ganaban por dos goles pero terminaron empatando y quedándose afuera de la Copa Libertadores, dejaron de recibir insultos... El partido terminó. Y ya pasadas las 19.40 los futbolistas de River dejaron el estadio y fueron hacia el estacionamiento debajo de la platea Belgrano. Una bandera, otra que resumía sensaciones, rezaba: "Yo vengo por la camiceta (sic), la que ustedes no defendieron ni en la Boca ni en la Copa". También estaba escrita a mano y en un trapo viejo. También era una de esas que salen desde el corazón. Se notaba.

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