Los niños africanos y su pasión por el fútbol
El continente africano es la cuna de la Humanidad. De allí provienen especies de homínidos y antropoides que dieron lugar a los seres humanos y que se han ido expandiendo por el resto de continentes, incluido el Homo Sapiens hace más de 190.000 años. El historiador griego Heródoto, en una expedición fenicia sustentada por el faraón Necao, circunnavegó el continente por primera vez. La revolución del fútbol se produjo en 1990 de la mano de Camerún y los bailecitos (hoy rídiculos) de Roger Milla. Ahora es un humilde equipo tunecino el que se codea con los más grandes del Mundo a nivel clubes. Sin embargo la hambruna de su pueblo es algo cotidiano llegando a límites insospechados. Pese a que el Metegol es una pasión que no tiene fronteras, algunos no dudan en comerse los jugadores (ver foto, falta la delantera de los rojos).
A dos días del debut en el Mundial de Clubes ante Etoile du Sahel de Túnez, vale repasar el historial de Boca ante equipos africanos. El primer encuentro se jugó en la gira en 1966 por la semifinal de la Copa Mohamed V ante el Far Rabat de Marruecos en Casablanca, con una victoria por la mínima diferencia. En 1981 con Diego Maradona, y para costear los gastos de su transferencia, el equipo auriazul realizó extenuantes giras por Sudamérica, Centroamérica, Europa y también por Africa. En Costa de Marfil enfrentó al local Stade Abidján al que derrotó 5 a 2 con dos goles de Diego. Luego se midió con Asec del mismo país al que venció por 3 a 2. El último cruce ante un equipo del Continente Negro fue frente a Sundowns de Sudáfrica en 2005, partido jugado en Corea del Sur en una gira de pretemporada que finalizó 3 a 1.
Partidos
27/08/1966 vs Far Rabat (Marruecos) 1-0 Alberto González
06/10/1981 vs Stade Abidján (Costa de Marfil) 5-2 Escudero (3)-Maradona (2)
08/10/1981 vs ASEC (Costa de Marfil) 3-2 Trobbiani (2)-Hugo Alves
21/07/2005 vs Sundowns (Sudáfrica) 3-1 Cagna-Palermo-Cardozo
Jugadores
El único jugador africano que vistió los colores de oro y cielo azul hasta la fecha fue el camerunés Alphonse Tchami entre 1995 y 1997. Amigo del Beto Márcico, le hizo un gol a River en el Monumental. Muchos estuvieron cerca, pero por algún designio del destino, no pudieron llegar a Primera. En la gira del '81 deslumbró un marfileño llamado Zahui Lorenz, por el que se hicieron contactos, pero al final no se concretó la operación. En 1994 estuvo cerca el sudafricano Philemon Massinga que pasó 15 días en Argentina. Uno que se dio el lujo de participar en los entrenamientos en 1996 fue Raymond Nkongo de Camerún, que marcó a Caniggia pero no quedó. Ese mismo año llegó Bertrand Tchami de 17 años, el hermano de Alphonse. Entrenó en inferiores, luego pasó por San Lorenzo y recaló en Europa. Otro camerunés (y van) que estuvo cerca fue Joseph Mbarga. En un amistoso ante Nueva Chicago, jugó para los de Mataderos pero tuvo la mala suerte de hacerle un gol a Boca y que Carlos Bilardo lo mandara de vuelta a su país. Los últimos de los que se tiene registro son Nduubuishi Ndah y Asokula Eloka, dos nigerianos que fueron inscriptos al cierre del libro de pases en la temporada 1996/97 pero a los que también el Narigón les dio las gracias y los prometió volver a llamar.
Yo soy el Diego...
A mediados de octubre de 1981 aterrizamos en el aeropuerto de Abidján, Costa de Marfil, después de una escala en Dakar. Nunca había visto una cosa igual hasta ese momento y creo que no la volví a vivir en toda mi carrera: los negritos pasaban por encima de los policías con machetes y se me colgaban, me decían: ¡Diego, Die-gó! Me emocionaron, me emocionaron en serio... Y después, cuando nos fuimos a almorzar, en el hotel, se me acercaron unos veinte, y uno de ellos me saludó y me dijo: Pelusa..., ¡Pelusa, me dijo! ¡Un negrito en Costa de Marfil! Jugamos dos partidos ahí, contra dos equipos de primera. Boca cobró una buena plata, mis compañeros también y yo, ni hablar: 18.000 dólares por cada salida a la cancha. Nunca nadie, ninguno de mis compañeros, se quejó por esas cosas: simplemente porque si yo no estaba en el equipo, jamás hubieran cobrado por jugar un amistoso en África. Había 25.000 personas en la cancha y todos comparaban la presencia de Boca con una anterior del Santos de Pelé. Nada que ver, nosotros éramos otra cosa. El recibimiento de los negritos me había hecho pensar, me había hecho pensar mucho: afuera me trataban como a un rey; adentro, en la Argentina, mejor ni hablar (...) Pero pensé en el negrito diciéndome Pelusa y le agradecí a Dios. Ellos me habían recibido como nunca en mi vida. Ellos me habían demostrado que me querían. Más allá de todo. (Diego Armando Maradona, libro "Yo soy el Diego" año 2000).
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